Wadi Rum es un valle desértico situado en el sur de Jordania, conocido como el Valle de la Luna por su aspecto desolado, casi de otro mundo.
Este desierto rojo, lleno de formaciones rocosas y dunas, ofrece una experiencia única e inolvidable a los viajeros que se atreven a explorarlo. Es una de las visitas imprescindibles de Jordania, ya que por allí han pasado durante siglos los beduinos con sus caravanas de camellos, siendo también escenario de la revolución árabe liderada por Lawrence de Arabia. Además, ha sido el lugar elegido para rodar varias películas ambientadas en Marte o en otros planetas, por su paisaje desértico y casi extraterrestre.
Nuestros amigos de Boreal Expedition lo incluyen en sus visitas a Jordania. ¡Comparto el enlace por si os interesa!
Campamentos en el desierto
La mejor experiencia para visitar el Wadi Rum es pasar la noche en alguno de los campamentos que hay en el desierto, donde podrás disfrutar de la hospitalidad y la cultura de los beduinos. Hay campamentos para todos los gustos y presupuestos, desde los más básicos hasta los más lujosos.
En este tipo de campamentos se puede disfrutar de una cena tradicional beduina cocinada bajo la arena. Se trata del zarb, un método de cocción ancestral que consiste en enterrar la comida en un hoyo donde previamente se han colocado brasas de carbón. La comida, que suele ser carne de cordero, pollo o cabra y verduras variadas, se envuelve en papel de aluminio y se coloca sobre una rejilla metálica que se introduce en el hoyo. Luego se tapa con una tapa metálica, una manta y arena para conservar el calor y evitar que entre suciedad. Después de unas dos horas, se destapa el hoyo y se saca la comida, que queda tierna, jugosa y con un sabor ahumado irresistible. La cena se sirve en una carpa o al aire libre, acompañada de pan árabe, arroz, ensalada y té.
Durante nuestra estancia de dos noches en Wadi Rum, realizamos una excursión en 4×4 recorriendo los lugares más bellos del desierto: el manantial de Lawrence, la duna de arena roja, el cañón Khazali, las inscripciones nabateas, el champiñón o los puentes de roca.
Y, lo más fascinante, disfrutamos fotografiando la Vía Láctea, que se veía a simple vista en la oscuridad del desierto jordano. Pero esa es otra historia, y debe ser contada en otra ocasión…