La imagen de «El Tesoro» iluminado a la luz de las velas quedó grabada en mi mente desde la primera vez que la contemplé, navegando por internet. Tal fue la impresión que me causó, que pasó a encabezar mi lista de deseos, esa que titulo «fotos soñadas pendientes» y en la que voy poniendo cruces poquito a poco, según voy cumpliendo años y, sobre todo, sueños.
Este sueño se hizo realidad en junio de 2019, gracias a mis amigos de Boreal Expedition. Raúl y Cristi nos propusieron formar parte de uno de sus grupos, que viajaba a Jordania, y no dudamos en aceptar.
Disfrutando de «Petra by Night»
Arrancamos nuestro viaje a Jordania visitando «Petra by Nigth». El evento tiene lugar después de que oscurece, y ofrece a los visitantes la oportunidad de experimentar Petra iluminado con miles de pequeños farolillos, que crean un ambiente mágico y misterioso, completamente diferente a la imagen diurna.
Imagina que caminas, al anochecer, por un angosta garganta, rodeado de altas paredes de roca que ocultan los secretos de una antigua ciudad. Solo la luz de las velas ilumina tu camino, creando sombras y reflejos. A medida que avanzas por el Siq, sientes la historia y el misterio que envuelven este lugar sagrado para los nabateos. De repente, el desfiladero termina y se abre ante nosotros una vista asombrosa: el Tesoro, se muestra con su impresionante fachada tallada en la roca.
El lugar es sobrecogedor. Nos invitan a sentarnos entre los visitantes, ofreciéndonos un té. Comienza un breve espectáculo de luz y sonido que cuenta la historia de Petra, mientras músicos beduinos tradicionales tocan instrumentos como la flauta y el tambor. Bajo mi punto de vista, la iluminación no acompaña el momento. Los focos de colores (azul, verde o rojo) que iluminan el Tesoro crean una escena artificial que no es acorde con el valor de este fascinante patrimonio histórico.
Los colores se apagan, la música cesa y el espectáculo termina con un momento de silencio. Es el preciso instante que aprovecho para levantarme y buscar una esquina dónde colocar el trípode y montar la cámara. Con paciencia, esperamos a que el resto de visitantes se levanten y tomen el camino de vuelta a través del Siq, mientras los vigilantes comienzan su ronda para asegurarse de que no queda nadie en la explanada. El imponente Tesoro permanece levemente iluminado por los cientos de farolillos y las miles de estrellas que inundan en el cielo jordano… ¡Es el momento perfecto!
Un par de minutos para ajustar ISO y tiempo de exposición, levantar el espejo y, presa de los nervios, usar el disparador… Los vigilantes llegan para pedirnos que abandonemos el lugar. Recojo cámara y trípode, con una sonrisa. Sé que llevo en la tarjeta de memoria la esencia de un lugar único.