El Parque Nacional Corcovado es una joya natural situada en la Península de Osa, al suroeste de Costa Rica. Creado en 1975 para proteger una de las últimas selvas tropicales costeras del mundo, el parque alberga el 2,5% de la biodiversidad mundial, incluyendo especies en peligro de extinción como el puma, el tapir, el águila harpía y el jaguar.
El parque ofrece la oportunidad de vivir una aventura salvaje y única, recorriendo senderos que atraviesan bosques, ríos, playas y manglares. Su visita impone ciertos desafíos y riesgos para los visitantes, como el clima, las mareas, los animales salvajes o la minería ilegal.
Cómo visitar el parque
El Parque Nacional Corcovado es un lugar muy extenso, complejo y diverso, que requiere de un conocimiento especializado para poder recorrerlo de forma segura y responsable. Para visitar el parque hay que reservar con antelación, ya que el acceso es limitado y controlado por las autoridades del parque. Además, es obligatorio contratar los servicios de un guía acreditado, ya que no está permitido recorrer el parque por cuenta propia.
Nosotras contratamos, desde España, los servicios de Surcos Tours, que no sólo cumplieron con todas nuestras expectativas, sino que las superaron con creces, puesto que nos enseñaron los secretos y las maravillas del parque. Nos facilitaron el transporte del equipaje de un extremo al otro del parque, de forma que lo recorrimos con una simple mochila, y gestionaron el alojamiento en La Sirena. No resultó barato, pero bien mereció la pena.
Muchos viajeros omiten el parque en su itinerario por Costa Rica. Corcovado es uno de los lugares más inaccesibles del país, puesto que se encuentra en una zona remota y aislada. Viajar hasta allí en 4×4 puede ser peligroso debido al riesgo que entraña viajar por carreteras en mal estado y puentes colgantes cuando las condiciones climáticas son adversas.
Decidimos tomar un vuelo directo en avioneta desde San José hasta Puerto Jiménez, donde comenzaría nuestra aventura: cruzaríamos el parque nacional, entrando por Carate, pasaríamos dos noches en la Estación de La Sirena, en pleno corazón de la península, y saldríamos en lancha motora hasta Drake Bay, para ver Corcovado desde el agua.
Desde La Leona a La Sirena: Caminando en el corazón de Corcovado
Nos reunimos a las 5:30 de la mañana con nuestro guía, en Puerto Jiménez, con quien tomamos un taxi colectivo hasta la entrada del parque, en Carate. Desde allí, caminamos unos 4 km. por la playa hasta la Estación de La Leona, donde nuestro guía gestionó los permisos para poder comenzar la aventura.
Los 16 km. desde La Leona hasta Sirena en Corcovado son una caminata hermosa y desafiante, puesto que es una ruta expuestas al peligro de la marea. Se realiza por la costa, siguiendo la línea de la playa y cruzando varios ríos que desembocan en el mar. El problema es que la marea cambia cada día y cada hora, y puede subir o bajar varios metros en poco tiempo. Algunos tramos de playa pueden quedar completamente cubiertos por el agua, impidiendo el paso y obligando a retroceder o a buscar una alternativa por el bosque. Algunos ríos pueden aumentar su caudal y su profundidad, dificultando o impidiendo el cruce. Por eso, es muy importante consultar las mareas antes de iniciar la caminata, y seguir las indicaciones y el ritmo del guía, que conoce el terreno y las condiciones del mar.
Además, la elevada humedad del bosque tropical y los senderos inundados convierten el recorrido en una caminata tremendamente exigente. Tuvimos que cruzar varios ríos y caminar por veredas embarradas. Atravesamos playas salvajes, como Playa Madrigal, Playa Paraísos o Salsipuedes, a cual más impresionante que la anterior.
No mentiré si digo que esas ocho horas fueron una de las experiencias más intensas y maravillosas que he vivido. Sentir la naturaleza en estado puro, ver animales increíbles y superar los retos del camino ha sido algo que nunca olvidaré. La ruta estuvo llena de vida: pudimos ver de cerca monos aulladores, cariblancos y araña, coatíes, mapaches, tucanes, pelícanos, garzas, iguanas, serpientes e incluso un cocodrilo. Nos cruzamos con animales asombrosos y esquivos: el tapir, el oso hormiguero y perseguimos hasta encontrar un joven puma que había dejado sus huellas en la playa.
Durmiendo en La Sirena
Tras casi ocho horas de ruta, por fin alcanzamos nuestro objetivo: Sirena. En esta estación de guardabosques se puede pernoctar en habitaciones colectivas con literas, equipadas con mosquiteras. Las instalaciones son básicas pero cómodas, y cuentan con baños, duchas, electricidad y agua potable.
Las dos noches que pasamos en la estación fueron muy especiales. Las luces se apagaron sobre las nueve. Fue una experiencia única para escuchar los sonidos de la selva, el susurro del viento y el murmullo lejano del mar. Algunos sonidos me resultaron familiares y otros me intrigaron, pero todos me hicieron ser consciente de la vida que había alrededor. Me sentí privilegiada por estar allí.
Visitar el parque es una aventura única e inolvidable. Es un santuario natural donde se puede apreciar la riqueza y la diversidad de la vida en nuestro planeta. Corcovado es, sin duda, el lugar más intenso del mundo.
Recomendaciones
Enlace a la página oficial de la estación: https://www.sinac.go.cr/ES/ac/acosa/pnc/Paginas/SectorSirena.aspx
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